Es así como, a lo largo de los últimos años, desde la Confederación de Forestalistas del País Vasco, hemos ido gestando la idea de crear una Fundación sin ánimo de lucro, BASOA FUNDAZIOA, para promover y mantener la riqueza forestal y proteger los espacios arbolados de la Comunidad Autónoma Vasca.

Esa riqueza forestal va mucho más allá del componente productivo que, desde tiempo inmemorial, ha aprovechado el ser humano de un recurso natural y renovable como es el bosque.

Desde un punto de vista puramente ecológico, las masas arbóreas constituyen un ecosistema multifuncional y complejo, que no solamente atesora una enorme riqueza y contribuye a la biodiversidad, sino que contribuye de manera decisiva a la regeneración de nuestra atmósfera. Por otro lado, el componente recreativo es otra de las aportaciones del bosque a nuestra calidad de vida, como evidencian los miles de ciudadanos que acuden regularmente a disfrutar de su tiempo de ocio en este tipo de espacio. Desde el simple paseante, pasando por el senderista y llegando al montañero, y especialmente en el País Vasco, donde la escalada levanta pasiones, el bosque es un espacio entrañable, mucho más que un simple pasatiempo. Los cazadores o los numerosísimos aficionados a la micología son también colectivos con gran tradición entre los vascos que necesitan de la presencia de los árboles para poder desarrollar su actividad.

Los servicios que nos prestan los bosques son, como puede comprobarse, amplios y variados. Toda la Sociedad se beneficia de hecho de sus funciones de protección y conservación del medio ambiente. En este sentido, promover una institución sin ánimo de lucro que aporte recursos en defensa de ese patrimonio colectivo es una decisión que los forestalistas vascos hemos asumido como propia.

Por ello, Basoa Fundazioa espera contribuir a recuperar superficies forestales con tendencia al abandono, y especialmente aquellas que tengan un componente paisajístico, medioambiental o sentimental de especial interés para la sociedad vasca.