Josu Azpitarte es gerente de la Confederación de Forestalistas del País Vasco, que representa a cerca de 5.200 propietarios. Azpitarte admite que el sector atraviesa una coyuntura de «crisis importante» pero apuesta por aprovechar la «calidad» y las «características propias» de la producción maderera de Euskadi para remontar el bache y plantar cara a la amenaza de otros suministradores, como China o Chile.
-El sector está en crisis: la producción se ha desplomado en una década un 57%.
-La actividad ha descendido considerablemente; hemos pasado de las cortas más altas en 1998 al aprovechamiento más bajo que tenemos ahora. En estos últimos diez años han pasado muchas cosas que explican este descenso.
-¿Por ejemplo?
-En 1999 se desataron tempestades muy fuertes en Europa. En la región francesa de Aquitania los daños fueron muy importantes. Hubo nada menos que 24 millones de metros cúbicos de material afectado a apenas cien kilómetros de aquí y entró mucha madera importada. También se acentuó la entrada de partidas procedentes de Chile a destinos que tradicionalmente formaban parte de nuestro mercado, como la costa mediterránea o Andalucía. Posteriormente comenzaron a llegar no ya madera, sino muebles hechos en China de baja calidad pero a unos precios muy competitivos.
-La crisis de la construcción también les habrá afectado.
-Evidentemente. Además de la parada de la obra nueva, hay un paquete importante de casas construidas pendientes de venta, con lo que la demanda se ha resentido considerablemente.
-¿Cómo ven el futuro?
-Hay un ambiente de desánimo aunque no del todo. El sector forestal se caracteriza por su evolución en dientes de sierra. En 1999 estuvimos en la cresta de la ola y esperamos volver a momentos parecidos.
-¿Cómo se puede dar un giro a esta situación?
-Hay que trabajar, implicarse mucho y buscar nuevos mercados. La mayor parte de nuestra producción se centra en el pino radiata, una especie con características muy diferenciadas. Somos los únicos productores en Europa y debemos aprovechar esa particularidad para abrir nuevos mercados.
-Los recursos crecen a buen ritmo.
-Los sucesivos inventarios lo corroboran. Además de aumentar la superficie, hay una mayor diversificación de especies. Los beneficios son indudables: aparte de los económicos, están los medioambientales como la capacidad de neutralizar el CO2, la propia producción de oxígeno, la fijación de suelos, la mejora del paisaje… Es bueno para todos.